Israel celebra el ‘Día del Agua’ limitando el mar a los pescadores de Gaza

Hoy 22 de marzo de 2013, Día Mundial del Agua desde 1992, es un buen momento -como deben serlos todos los días- para hacer reflexión del injusto uso del agua en el mundo. Ese uso irracional hace que hoy en día se dé preferencia a usar agua indiscriminadamente para lavar minerales tóxicos, llenar piscinas y regar campos de golf en zonas desérticas, y se ponga precio al litro de un líquido imprescindible para la vida y que debería ser un derecho más de la humanidad.

Hoy también, el gobierno israelí ha decidido volver a imponer un límite de 3 millas náuticas a las aguas territoriales palestinas, volviendo al límite militar vigente hasta el último sangriento ataque a Gaza de noviembre de 2012. Tras ese ataque se decretó un teórico límite de 6 millas (lejos de las 20 millas que corresponden a las tierras palestinas) que estuvo lejos de cumplirse, ya que los ataques a pescadores seguían produciéndose independientemente de la distancia a la que faenaran.

La penalización al derecho a conseguir alimento ha contado con la presencia como testigo de Barack H. Obama, que ha visitado estos días Israel para estrechar los ‘eternos lazos’ con el estado israelí y recordarles en hebreo ‘ah-tem lo lah-vahd‘ («no estáis solos»). Consideremos entonces que el presidente demócrata ha acompañado a sus aliados en esta nueva penalización y vulneración de los Convenios de Ginebra. No nos engañemos pensando que algunas tibias palabras de Obama, como el discurso a la juventud estudiantil israelí (párrafo 46, comenzando por «Put yourself in their shoes….»), van a empañar un apoyo incondicional a un estado que no hace sino practicar la misma política de impunidad con la población palestina a imagen y semejanza de los EE. UU.
Hasta el momento el estado presidido por Obama es el único país con bases militares en más de cien estados; el único país que ha cometido ataques con armas nucleares contra población civil; el único país que se ha adjudicado una jurisdicción universal para actuar allá donde quiera y como le plazca (Irak, Afganistán, Granada), etc.,

Durante ese discurso Rabeea Eid, un joven palestino, quiso recordar a Obama cuál era el verdadero motivo de su visita:

– De verdad ha venido aquí por la paz o para darle a Israel más armas para matar y destruir al pueblo palestino?

 – ¿Acaso no viste el muro del apartheid en tu camino hacia aquí?.

 – Hay palestinos sentados en este salón. Este estado debería ser de todos sus ciudadanos, y no un estado judío.

 – ¿Quién mató a Rachel Corrie? Rachel Corrie fue asesinada con vuestras armas y con vuestro dinero.

El estadounidense respondió: «No, no… Esto es parte del intenso debate que hemos hablado. Esto es bueno. Ya sabeis, tengo que decir que realmente esto estaba preparado, porque me hace sentir como en casa. No me sentiría cómodo si no tuviera al menos una persona que interrumpe».

Rabeea Eid vocalizaba toda la rabia e indignación de un pueblo de millones de personas que sufren desde hace más de 65 años la limpieza étnica, vivir como refugiados, apartheid, destrucción de casas y olivos, aniquilación del legado cultural, etc., mientras Obama, Peres y Netanyahu se daban palmadas en la espalda y hablaban de la necesidad de seguridad israelí.
Hay que cambiar ese discurso y hablar la seguridad de los palestinos y palestinas, que sin ejército para defenderse en igualdad de condiciones frente a una de las mayores maquinarias bélicas del mundo, siguen a expensas de una potencia militar ocupante empeñada en expulsar todo rastro palestino de la zona.

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