La Flotilla de la Libertad volverá a navegar, por la libertad de movimiento y un futuro digno

En 2018, la Coalición Internacional de la Flotilla de la Libertad zarpará una vez más para romper el bloqueo israelí de Gaza (Palestina) y para conseguir la libertad de movimiento del pueblo palestino.

Durante más de una década, Israel ha mantenido un bloqueo inhumano y destructivo sobre Gaza. En 2012 un informe de Naciones Unidas alertaba de que Gaza será inhabitable en año 2020 debido al bloqueo israelí. La infancia y los menores, que constituyen más de la mitad de la población de Gaza que sobrepasa los 2 millones, son víctimas del bloqueo actual, que les ha privado de su niñez; sus derechos a la seguridad, educación y salud; y sus perspectivas para un futuro digno.

En respuesta al brutal bloqueo israelí, durante siete años, la Coalición de la Flotilla de la Libertad ha llevado a cabo acciones directas no violentas dirigidas a aumentar la conciencia internacional y presionar a la comunidad internacional para poner fin a este castigo colectivo.

Continuaremos presionando a nuestros gobiernos y protestaremos por su complicidad con los crímenes contra la humanidad de Israel. Volveremos a navegar, en 2018, para respaldar al pueblo palestino de Gaza, ya que demandan libertad de movimiento y su derecho a un futuro digno en su tierra.

Hace 100 años, la Declaración Balfour se arrogó erróneamente el derecho a «regalar» el territorio palestino, y desde entonces los derechos del pueblo palestino nativo han sido erosionados e ignorados con la complicidad de los gobiernos de todo el mundo, incluido el nuestro. Pedimos a toda la humanidad que ayude a poner fin al bloqueo israelí de Gaza y que esta misión sea una potente muestra de solidaridad con la asediada pero orgullosa población de Gaza.

¡Apoya nuestra campaña para navegar en 2018 para romper el brutal e ilegal bloqueo israelí de Gaza!

Contexto

Desde nuestra última misión marítima en 2016, Mujeres Rumbo a Gaza, la Coalición de la Flotilla de la Libertad se ha centrado en la difícil situación de la flota pesquera de Gaza, a la que no se le permite la pesca más allá de las 6 millas náuticas y que a menudo es atacada por las fuerzas de ocupación israelí (IOF), incluso dentro de esta zona. Es importante señalar que el 85% de las aguas pesqueras de la franja están afectadas por las restricciones israelíes.

Israel está destruyendo la industria pesquera palestina, los ataques van dirigidos tanto a los pescadores como a sus propiedades particulares: embarcaciones, aparejos, y estructuras del sector pesquero como instalaciones portuarias, lonjas de pescado etc. Y en general contra todas las personas que trabajan en el sector pesquero: pescadores, estibadores, zurzidoras de redes, etc.

El caso del asesinato de Mohammed Majed Bakr pescador de 25 años, el 15 de mayo de este año (coincidiendo con el día de la Nakba), no es extraño. Ni el de la destrucción del barco de Ezz Wajih Mohammed Abu Ryalah, partido en dos por la embestida de una patrullera israelí en octubre de este año.

La pesca siempre ha sido una de las industrias más importantes de Gaza, y aun después de años de declive a consecuencia del bloqueo, son más de 35.000 las personas que dependen de la pesca para su sustento. Un ejemplo de ello son las sardinas, una importante fuente de hierro, que previene la anemia. Solían ser una parte fundamental de la dieta local en Gaza, pero la mayoría de las sardinas se encuentran fuera de la zona de 6 millas náuticas, lo que empeora la mala situación nutricional. El 45% de las mujeres en Gaza sufren anemia  y las deficiencias de hierro durante el embarazo han causado un aumento en la anemia infantil. Como resultado de estos ataques y restricciones, las capturas se han reducido así como el tamaño de los peces, lo que ha dejado a la población local dependiente de las importaciones de pescado que benefician al ocupante israelí.

No solo los hijos e hijas de los pescadores, sino toda la infancia y menores de Gaza son víctimas del bloqueo actual, que les ha privado de su niñez; sus derechos a la seguridad, educación y salud; y sus perspectivas para un futuro digno. Los menores de diez años en Gaza han vivido tres grandes ataques militares: en 2008-2009, 2012 y 2014. Algunos han perdido a sus padres u otros miembros de la familia, mientras que otros han sufrido lesiones, como Sondos herida de gravedad en el abdomen durante los bombardeos de 2014 y son muchos los que sufren discapacidades a consecuencia de las lesiones.

Adolescente en el campo de refugiados de Al Chatia, el primer campo creado en Gaza para acoger a las personas expulsadas de sus hogares en 1948. ©Sandra Barrilaro

Gran parte de la población de Gaza aún vive entre escombros ya que la comunidad internacional no ha cumplido sus promesas de financiar y garantizar la reconstrucción, y el bloqueo impide las importaciones necesarias para ello. Muchas personas sufren traumas psicológicos y todas padecen un suministro insuficiente de energía, falta de agua potable, tratamiento inadecuado de las aguas residuales y escasez de instalaciones educativas. Sobre todo, la población de Gaza carecen de una perspectiva de un futuro digno. Las políticas de humillación están empujando a muchas personas al suicidio como se comprueba por el aumento del número de casos de forma alarmante en los últimos años.

La Franja de Gaza es una de las zonas más densamente pobladas del mundo, con más de 2 millones de personas viviendo en un área de unos 45km de largo y 7km de ancho (360km cuadrados). Según la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA), el 70 por ciento de sus habitantes son personas refugiadas del 48 y sus descendientes, que viven en ocho campamentos . El desempleo en Gaza es uno de los más elevadas del mundo, estimado en alrededor de un 44%. Y no olvidemos que el 80% de los habitantes de la Franja dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir.

En este décimo año de bloqueo, la falta de combustible y la destrucción durante los bombardeos del 2014 de la única central eléctrica de Gaza, han provocado una grave crisis energética que, entre otras cosas, impide el tratamiento de las aguas residuales contaminando de esta forma el mar en Gaza y suponiendo un grave riesgo sanitario para la población. A su vez la falta de combustible ha derivado en una crisis sanitaria. A la falta de medicamentos y equipamiento se suma la decisión de Israel de no conceder más permisos de salida a los pacientes terminales de Gaza para recibir tratamiento. El caso de la activista Nadia Abu Nahla (al-Bakri) directora de Comité Técnico de Asuntos de la Mujer (WATC) en Gaza y miembro de la Junta Directiva del PCHR (Centro Palestino de Derechos Humanos) es ilustrativo de los cientos de personas que no pueden recibir tratamiento para el cáncer, lo cual constituye una flagrante violación del Derecho Internacional Humanitario.

La ocupación de Palestina y el bloqueo de Gaza sirven además a Israel para encubrir el expolio de los recursos naturales palestinos como los acuíferos, la pesca, las tierras de cultivo y el yacimiento de gas situado frente a la costa de la franja. El bloqueo y la ocupación son además un gran negocio para Israel, al dificultar e impedir una normal actividad económica en Palestina obliga a su población a comprar bienes y servicios a quienes les bloquea y ocupa. En Gaza la salida de bienes se ha reducido en 40 veces respecto a lo que se exportaba en 2005, antes del bloqueo. La industria armamentista israelí se beneficia especialmente con periódicos bombardeos sobre la población de Gaza, lo cuál además permite experimentar nuevas armas sacándolas posteriormente al mercado mundial con el sello de “testado en combate” y comprado por nuestros gobiernos.

En este año 2017 se cumplen los 50 años de ocupación de Palestina y en el año 2018 se cumple el 70 aniversario de la Nakba (el desastre o catástrofe) -el desplazamiento forzado de la población palestina nativa de la tierra que se convertiría en el Estado de Israel.

El bloqueo de Gaza y las condiciones inviables que sufren las mujeres, la infancia y los hombres no están provocadas por una catástrofe natural, ni deben ser sacadas de contexto. La comunidad internacional es responsable de la situación de las personas refugiadas (que se aborda en la Resolución 194 de 1948 de la ONU y contempla el derecho al retorno de esta población refugiada y sus descendiente, así como la restitución de sus bienes.); del medio siglo de ocupación militar de Cisjordania, la franja de Gaza, los altos del Golán y Jerusalén Este; y de las graves violaciones de los derechos individuales y colectivos del pueblo palestino perpetradas por el Estado de Israel.

Ante la pasividad y complicidad de los gobiernos, la ciudadanía está tomando acciones encaminadas a dañar la imagen de Israel y su economía, en especial la campaña BDS (boicot, desinversión y sanciones) surgida desde la sociedad palestina y secundada internacionalmente.

Para seguir defendiendo el derecho internacional, presionando a nuestros gobiernos y para protestar por su complicidad con los crímenes contra la humanidad cometidos por Israel, volveremos a navegar -en 2018- en solidaridad con la flota pesquera, con la infancia y juventud y con toda la población palestina de Gaza que exige su libertad de movimiento y su derecho a un futuro digno en su tierra.

Pedimos a toda la humanidad que ayude a hacer de esta misión una potente muestra de solidaridad para que este mensaje de esperanza llegue a las costas de Gaza y a toda Palestina y termine el bloqueo.

Un grupo de adolescentes en el campo de refugiados de AL Chatia, Gaza  ©Sandra Barrilaro