Por qué estoy en el barco de Mujeres Rumbo a Gaza, por Lisa Gay Hamilton

Noche del domingo 18 de septiembre de 2016. Mientras mis colegas del gremio asisten a las fiestas de los Emmy y se visten para la alfombra roja, aquí estoy en los fríos muelles de Ajaccio, Córcega, de madrugada esperando la llegada de un pequeño velero llamado Zaytuna-Oliva. El barco llega justo después de las dos de la madrugada y las pasajeras y la tripulación, todas mujeres, desembarcan. El viaje desde Barcelona fue duro. Todo el mundo se había mareado y se notaba en sus caras. Una mujer se había puesto tan mal que tuvo que ser trasladada en ambulancia al hospital local. El barco está maltrecho y huele a vómito, pero no huele a desesperación. Las mujeres cruzan en silencio y desafiantes la pasarela hacia el muelle, donde son acogidas como heroínas. En veinticuatro horas, me uniré a estas mujeres en la tercera etapa del viaje a Messina, Sicilia, y desde allí el Zaytuna-Oliva proseguirá hacia su destino final: Gaza.

¿Qué me llevó a dejar Los Ángeles y a mi familia a unos 10.000 km para desafiar al mar Mediterráneo en lo que ahora empieza a parecerme la embarcación más pequeña en los muelles? ¿Por qué unirme a otro esfuerzo para romper el bloqueo israelí-egipcio de Gaza?

En primer lugar, estoy aquí por las mujeres, las extraordinarias mujeres de Gaza, y por las increíbles mujeres que estoy orgullosa de llamar mis compañeras de singladura. Estoy aquí porque estoy preocupada por los efectos de la guerra y el bloqueo en las mujeres, cuando se han destruido regularmente escuelas, hospitales y hogares, y las fuentes de energía y agua se han visto afectadas. Estoy aquí porque aproximadamente 1,8 millones de habitantes de Gaza están atrapados en lo que a menudo se describe como una gigantesca prisión al aire libre. Estoy aquí por las 299 mujeres y 551 niños que murieron en los ataques de 2014, y por las más de 40.000 mujeres embarazadas desprovistas de servicios básicos de salud reproductiva, como consecuencia del bloqueo y la devastación causada por la guerra. Estoy aquí porque el sitio de Gaza, que realizan tanto Egipto como Israel, viola la Convención de Ginebra respecto a la prohibición de castigos colectivos. Estoy aquí porque mi presidente acaba de aumentar la ayuda militar de EE.UU. a Israel de $ 3.1 mil millones a $ 3.8 mil millones por año durante los próximos diez años, sin límites y sin mencionar la situación en Gaza. Estoy aquí porque, a pesar de una cierta relajación de las restricciones, el bloqueo es responsable de la alta tasa de desempleo, la inseguridad alimentaria, una infraestructura que requiere importantes obras de reparación, y una crisis médica continua. No estamos aquí para traer «ayuda» a la población de Gaza, sino para contribuir a un esfuerzo internacional para romper el asedio. Asumo plenamente las palabras de otra mujer formidable, la novelista egipcia Adhaf Soueif: «El mundo trata a Gaza como un caso de ayuda humanitaria, como si lo que necesitasen los palestinos fuese ayuda. Lo que necesita Gaza es libertad«.

Women To Gaza - Lisa Gay Hamilton
De izquierda a derecha: Ann Wright, Lisa Gay Hamilton, Norsham Binti Abubakra y Hasan Fauziah

Y estoy aquí para unirme a estas mujeres extraordinarias -mujeres como la trabajadora social y activista canadiense Wendy Goldsmith, la activista política israelí, Yehudit Barbara Llany, la legisladora tunecina Latifa Habachi que participó en la redacción de la constitución de 2014, la ginecóloga malaya Dra. Fauziah Hasan, nuestra intrépida lideresa y veterana de la flotilla, la coronel retirada del ejército de los Estados Unidos, Ann Wright, y nuestra capitana, la australiana Madeleine Habib. Estoy orgullosa de ser la única mujer negra participando en este viaje y cuando desembarque en Messina, por primera vez en mi vida sentiré que soy parte de algo mucho más grande que yo. Viendo el muelle, pensé: qué extraordinario que este pequeño bote que acoge a trece mujeres represente tal amenaza de seguridad para que la armada israelí intercepte y aborde el barco, detengan a las mujeres y destruyan el velero.

En el tramo final a Gaza, se unirá a nosotras mi querida amiga, la dramaturga Naomi Wallace. Es una mujer apasionada y sin miedo, Naomi me recuerda que también estamos aquí en defensa de la libre expresión artística. Es revelador que, cuando le confié a algunos amigos próximos que estaba a punto de emprender este viaje, estaban menos preocupados por mi seguridad física que por el impacto que podría tener en mis posibilidades de trabajo. Criticar a Israel o expresar preocupación por los palestinos es al parecer todavía tabú en el cine, televisión, e incluso teatro. Recientemente, el Public Theater de Nueva York tuvo que cancelar la producción de «The Siege», una obra sobre cinco activistas del International Solidarity Movement que tuvieron que refugiarse en una iglesia de Belén durante la Segunda Intifada en 2002. Naomi no es ajena a este tipo de censura. Su obra » Twenty-One Positions», en coautoría con Abdelfattah Abusrour y Lisa Schlesinger, fue encargada por el Teatro Guthrie y luego rechazada por tener demasiada empatía con los palestinos. Y cuando la actriz ganadora del premio Tony, Tonya Pinkins, intentó organizar un concierto benéfico para el Movement for Black Lives, el propietario del lugar canceló abruptamente el acto citando la crítica del movimiento hacia Israel. Espero que nuestro viaje contribuya a romper el tácito bloqueo estadounidense al arte y artistas palestinos.

No voy a mentir; me muero de miedo. Tengo miedo a marearme, a caer por la borda, a perderme en el mar. Estoy preocupada por mí y especialmente por las valientes mujeres que tratarán de romper el bloqueo. Pero lo que más temo es lo que podría suceder si todas nos quedásemos en casa, silenciosas, complacientes y posando para los paparazzi. Romper el asedio no es lo mismo que la libertad de Gaza, pero es un comienzo. Y nosotras, las mujeres prevaleceremos. Como mis hermanas sudafricanas dijeron a menudo en su lucha por la libertad: «Ahora que has tocado a las mujeres, has golpeado una roca.»

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Lisa Gay Hamilton es una premiada actriz y directora. Ha actuado en más de treinta películas, entre ellas: “Beloved”, “Go For Sisters”, y “The Soloist”, y actualmente en la nueva serie de televisión de Hulu, “Chance”. Su premiado documental, “Beah: A Black Woman Speaks” es un retrato íntimo del actor radical, poeta y activista Beah Richards. Hamilton actuó recientemente en la obra de Naomi Wallace “The Liquid Plain” acerca de la trata de esclavos en el Atlántico .